Bardenas

Que no Bárdenas como he oído más de una vez. Visitar este lugar era una de mis asignaturas pendientes (debo ser un mal estudiante porque tengo otras muchas en la misma situación).
Uno de esos sitios de los que oyes hablar o de los que ves fotos pero lo haces con un cierto distanciamiento. Un amigo de un amigo lo recorrió en bicicleta. Una muy típica foto de allí formaba parte de una exposición de fotografía nocturna. El rastreo que realiza Google por la red cuando tecleas “Bardenas Reales de Navarra” ofrece un gran número de entradas pero no encuentro en ninguna lo que espero.  Resumiendo, una lotería viajera. O me sorprende para bien porque, a pesar de la información recogida, voy a ir a ciegas, o lo hará para mal porque, de toda la información recogida, no he encontrada nada que me encienda el interés.

¡Premio! Me gustó. Mucho.

La imagen que me había construido a través de las fotos era la de un desierto(1)  agreste(2). La que me traigo después de un día entero haciendo saltar piedras con el coche por sus caminos es bastante diferente.

(1)   La Bardena Blanca (en otra ocasión tocará visitar La Negra que, sobre el papel, parece bastante diferente) no es exactamente un desierto. Sí que es un paisaje realmente árido en el que muy pocas de las especies vegetales que lo pueblan alcanzan la altura de la rodilla y en el que el número de animales por unidad de territorio es muy pequeño (que me perdonen los naturalistas por esta licencia con la que me expreso).
No es evidentemente un bosque húmedo pero la vida se cita aquí con más profusión de lo que parece. En prácticamente toda su extensión y de manera rabiosa  en algunas charcas y en los pozos desconectados entre sí que los cursos de agua dejan en verano.




Mamíferos y aves grandes vienen a nutrirse a estas charcas. No vi ninguno. Hubiera sido demasiada suerte y demasiado despiste por su parte. Cuando no sabes qué te puedes encontrar, tu presencia se detecta a kilómetros. Pero todos dejamos señales en el suelo que pisamos.



En El Paso, que es la entrada norte del Parque Natural, han colocado un monumento al pastor. Hay también allí un refugio recién adecentado con unos carteles que hablan sobre la trashumancia. Si una cañada real atraviesa La Bardena facilitando el camino a los grandes rebaños de ovejas que se dirigen hacia  zonas  más fértiles del norte de Navarra es porque, también por aquí, tienen algo que comer mientras transitan.


A pesar de la escasez de agua hay zonas en las que se siembra trigo. Las espigas abandonadas en el suelo no serían las más apropiadas para aparecer en un anuncio de galletas pero, si se planta, es porque algún interés económico tendrá.


Buitres planeando a gran altura (demasiada para mi teleobjetivo) y pájaros más pequeños escapando de mi presencia (demasiado inquietos para mi torpe sigilo) son pruebas de que hay otras muchas formas de vida que les sirven de alimento. Nadie se queda donde se muere de hambre.

(2)  El que me hubiera imaginado la Bardena como un espacio agreste es una distorsión fotográfica. Realmente es una gran llanura salpicada por pequeñas elevaciones del terreno.
Los fotógrafos hacemos trampas. Porque nos llama más la atención o porque pretendemos capturar la atención del que mira nuestras fotos, obviamos con frecuencia lo grande si es uniforme y recogemos lo pequeño si es llamativo. Pocas veces nos atrevemos a fotografiar un mar abierto en calma (ni siquiera metiendo en el encuadre un pequeño barco para ayudar a construir la proporción) o una inmensa llanura despejada. Es poco efectista. Este nuestro planeta se conforma de cordilleras, ríos y valles por donde el ojo avanza agitado y a saltos pero también de grandes mares y llanuras por donde la vista se desliza sin tropiezos. A pesar de ser menos fotografiados, estos últimos generan un estado de ánimo bastante más intenso que los primeros.

Pero como una cosa es predicar y otra dar trigo, yo también voy a publicar unos planos no tan abiertos. Al fin y al cabo, La Bardena Blanca es también un espectáculo de texturas, barrancos descarnados y elevaciones del terreno castigadas por la erosión.


Este blog no es una guía de viajes aunque en esta ocasión voy a hacer, para terminar, un pequeño resumen de nuestra forma de abordar la visita. A alguien en parecida situación podría interesarle.

Entramos desde Arguedas. Una carretera de asfalto te conduce hasta el Centro de Recepción de Visitantes. Es un edificio muy moderno con un gran aparcamiento alrededor. A día de hoy, lo que aporta es: un mostrador en el que te dan información y un plano, unos servicios y una máquina expendedora de bebidas.
Si se piensa prolongar la visita todo el día, es conveniente llevarse algo de comer, gran cantidad de agua y buena protección solar. Ni la rala vegetación ni los accidentes del terreno generan sombras en las que te puedas proteger. La forma geográfica predominante es el cono y ¿qué sombra genera un cono con luz zenital?.
Una vez dejado atrás el Centro, se continúa todavía un poco por carretera asfaltada y, enseguida, hay que coger una pista a la izquierda. Este primer tramo te hace llegar enseguida al icono de La Bardena. Castildetierra.

Nosotros hicimos todo el recorrido circular alrededor del campo de tiro del ejército y además, lo abandonamos un rato para llegar hasta El Paso y volver (50 km en total aproximadamente). Creo que es una buena alternativa para observar la diversidad de espacios. Las pistas son pedregosas. Por obligación (la velocidad está limitada a 30 km/h) y por precaución, hay que circular despacio y con cuidado.
Se pueden recorrer con cualquier coche (no es imprescindible un todo terreno) pero si hubiera ido con un vehículo recien estrenado, creo que habría optado por contratar una ruta guiada en 4x4.
La visita al parque es gratuita pero tenéis que contar con un pequeño gasto al final. Pasar el coche por un tunel de lavado para quitar parte del polvo recogido (no todo porque es muy fino y se mete por todas partes) es una acción casi obligatoria.
Esta visita se realizó el 15 de Julio (pleno verano). Informaos antes si decidís realizarla en cualquier otra estación. Imagino que las temperaturas en invierno serán tan bajas como lo son de altas en la estación opuesta. Intuyo también que las tormentas aquí tienen que ser de las buenas porque los barrancos no son los provocados por pequeños cursos de agua. Da la sensación de que las lluvias pueden provocar grandes torrenteras y dejarán en las pistas algún que otro paso difícil.

3 comentarios:

  1. Aupa JC.

    Me gusta como has planteado el relato de la visita. No deja de ser una impresion personal condicionada por lo que sabes y las espectativas que te formate pero aun asi me parece muy interesante.

    Respecto a las huellas de los animales creo que hubiera estado bien colocar algo de proporciones conocidas para poder apreciar el tamaño.

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  2. Me ha gustado la cronica y la variedad de las fotos. Sin ser exactamente una guia me parece un buen referente para los que todavia no hemos pasado por alli.

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  3. Gracias por vuestros comentarios Asier y Jesús.
    Respecto a las huellas ya me ha entrado el come-come. El solo descubrirlas y sacarles una foto ya me pareció en el momento un acontecimiento. Estaré más atento la próxima vez y les colocaré al lado una moneda. A lo mejor meto en la mochila a partir de ahora una reglilla para más precisión.
    Por lo que he visto podrían ser de tejón (o garduña, no lo tengo claro) y de cigüeña.

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