Tologorri

El sábado pasado tocó rutilla montañera. Para alguien al que no le disgusta caminar, aunque suele hacerlo por terreno llano, cualquier cosa es montaña. He puesto por delante la palabra "rutilla" para no ofender a los verdaderos montañeros que considerarán este recorrido un paseo facilón.
El Tologorri es una montaña emblemática. La más conocida quizá de todas las que asoman por la cresta de Sierra Salvada. Para mí, no era más que la típica foto o una visión lejana cuando te acercas con el coche a alguno de los pueblos desde los que se divisa. Llegar hasta ella a pie ha sido otro Gran Viaje a un Paraiso Cercano.
La invitación para realizar esta ruta surge de los padres de una amiga de una de mis hijas (gracias Juanjo, gracias Rosa). Ellos son grandes aficionados a la montaña. Nuestras respectivas hijas adolescentes no están muy por la labor de participar con sus padres en estas actividades si tienen que hacerlo sin otra compañía. Es comprensible pero, como tampoco parece que quieran o puedan realizarlas por su cuenta, este grupito que formamos permitió que cada generación caminara y disfrutara a su manera. Al final, los padres satisfechos y las hijas creo que también (aunque nunca lo reconocerán).


No voy a hacer una descripción pormenorizada de la ruta. Hay personas que lo hacen muy bien y páginas que se dedican a ello. Además, el recorrido lo propusieron nuestros amigos y es a ellos a los que les correspende el mérito de conocerlo y ofrecérnoslo. En una búsqueda rápida por la web el día siguiente descubrí esta. Es exáctamente la que seguimos.


Lo primero que tuve que decidir por la mañana fue qué parte del equipo fotográfico iba a acarrear. Lo más fácil es llenar la mochila con "todo" y así nunca echas en falta "nada". El problema es que, en una ruta de 12 km y con 600 metros de desnivel, puede que a media subida tengas todo el equipo disponible pero te falte el aliento y las ganas para utilizarlo. Así, decidí cargar solamente con mi Olympus E-510 (antigua, mucho peor que la nueva E-5 pero con la mitad de peso que esta), el 14/54, un recien comprado ojo de pez de 8mm, un bastón de montaña que tengo habilitado como monopié, una rótula para panorámicas esféricas que me acabo de construir, un filtro polarizador, un degradado y la batería de repuesto. Poco más de 2 kg en total. Eso fue todo. Ni tele, ni macro, ni flash ni trípode. Equipo discreto pero que se demostró como suficiente.
La rótula y el 8 mm. estaban destinados a la realización de tomas para generar una panorámica esférica desde la cumbre pero algo salió mal. El fortísimo viento y las prisas me jugaron una mala pasada. No importa. Estoy progresando poco a poco en esta técnica y en breve espero poder publicar algo relacionado con ella. En este artículo no va a poder ser.

Vamos con la ruta. Es perfecta. Tiene de todo.
Una primera parte de subida atravesando un hayedo. El otoño está finalizando y estos árboles han perdido ya todas sus hojas. El viento las arrastra, las dispersa por los caminos o las acumula en zonas resguardadas.


El bosque es un territorio para la sorpresa. Te puedes encontrar cosas como esta imponente haya desgajada en vertical a la espera de ser tumbada por algún viento del invierno que ya se anuncia.


Continua la ascensión por la "Senda Negra" (el nombre no se lo he puesto yo). Es un camino que corta una ladera herbosa de fuerte pendiente coronada por una imponente cresta caliza.


Pocos son los árboles que progresan en un territorio tan hostil. Algunos lo consiguen pero son la imagen viva del sufrimiento.


Pasada esta zona, caminamos por esa especie de pequeña meseta de piedra caliza y pasto ralo que se extiende por toda la parte alta de de Sierra Salvada. Otra pequeña subida y accedemos a la cima del Tologorri. Aquí tenía que estar la panorámica esférica pero solo voy a poder poner una foto de mis botas. Estoy sentado preparando la cámara y la rótula porque el viento molestaba más si permanecías quieto y de pie. Como ya he comentado antes, el intento no tuvo los resultados esperados.


El panorama desde aquí arriba, mientras caminas cerca del borde de la cresta, es sobrecogedor. Suaves valles salpicados de caseríos, ermitas, rebaños de ovejas, pequeños o no tan pequeños nucleos de población, praderas en laderas, manchas de bosque. Todo disponible para la vista del que lo quiera disfrutar mientras lagrimean los ojos y se cae el moco (por causa del viento, que la emoción es intensa pero no da para tanto).


Comenzamos la bajada. Ya teníamos ganas. Intuímos que la cordillera nos iba a proteger del viento en cuanto perdiéramos un poco de altura y así fue.


En la primera parte del descenso caminamos por otra vereda que atraviesa la parte alta de la falda de la montaña. Tiene un cierto parecido con la senda negra porque tampoco aquí crecen los árboles. El piso sin embargo es más irregular (las vacas que la utilizan hunden las patas en la tierra húmeda) y la ladera a la que corta es mucho más suave.


Ya hemos descendido lo suficiente como para que pequeñas manchas de bosque ocupen el terreno. Ahora son robles y encinas con las hojas amarilleando en lugar de las hayas peladas.


La silueta del Tologorri vuelve a aparecer. Como la proa de un barco de piedra nos muestra ahora su costado de babor. El sol ha descendido mucho y la escena es un contraluz con un fondo de nubes blancas. Demasiado rango dinámico. No me resisto a marcharme sin mi recuerdo de modo que recurro a la ráfaga de tres fotos con braketing en la exposición.  Este es el hdr conseguido tras el procesado.


Termino con un pequeño homenaje a las personas que se ganan la vida en este territorio. Pastores y sus perros con una actitud muy diferente a la nuestra (pobladores de grandes urbes). Gente tranquila, siempre con un poco de tiempo para intercambiar unas palabras y ceder su experiencia y su conocimiento del medio. A la información que poseen no se accede tecleando en Google pero es muy valiosa porque se ha reuniendo durante años de trabajo y de observación.



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