¿Se puede buscar algo que ni siquiera sabes si existe?
Nos han educado en que todo puede ser dividido y simplificado hasta llegar a los componentes básicos de los que está compuesto. Del organismo a la celúla, de la célula a la molécula, de la molécula al átomo, del átomo al nucleo y los electrones,...
Un día inspirado sales con la cámara de paseo por tu ciudad. Te crees capaz de descubrir las geometrías y las aritméticas básicas con las que se ha ido construyendo el paisaje urbano. Crees que tienes un filón, una línea de investigación que te puede llevar a plasmar en fotos algo muy difícil. Porque nuestra mente construye imágenes deformadas siempre por la perspectiva o integra elementos automáticamente para crear conjuntos. Esta forma de ver escapa al control consciente. Es quizá una adaptación para mejorar nuestra eficiencia como especie. Crees que, desactivando ese automatismo inconsciente, podrás ver lo que habitualmente pasa desapercibido por demasiado evidente, demasiado sencillo o, simplemente inútil.
Otro día piensas que todo es una entelequia. Una de esas locuras pasajeras que te invaden cuando buscas el sentido de las cosas o alguna historia interesante que contar/te.
Pero, tenga sentido o no, mientras convives con esas ideas tu mente y tu visión están despiertas y alerta. Llegues a donde llegues te traerás en la mochila el bagaje adquirido por el camino. Algo que no tendrán los que no lo iniciaron.
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