Calzada Romana. De Pesquera hasta Pie de Concha

Unos días de vacaciones. Unos cuantos paseos y alguna foto suelta. Tras una selección veo que solo las tomadas durante la realización de esta ruta tienen la entidad suficiente como para poder fabricar con ellas un artículo. Vamos con él.
Estamos en Cantabria. Muy cerca de Reinosa si llegamos por la carretera que viene ascendiendo hasta aquí desde Torrelavega. Los que pasáis de vez en cuando por este blog, ya sabréis que no se describen con detalle las rutas y los paseos. Hay páginas especializadas para ello y, si son esos datos los que buscáis, nada mejor que sigáis un enlace como este. Os dirijo a él aunque nosotros lo hicimos en sentido inverso y solo el tramo que desciende desde Pesquera hasta Pie de Concha. Esa es realmente la calzada romana. Para la vuelta se puede utilizar el Camino Real que discurre entre Bárcena de Pie de Concha y Pesquera lo que convierte la ruta en un interesante recorrido circular. Nosotros volvimos (el coche lo teníamos en Pesquera y la tarde se nos echaba encima) en el tren de cercanías. Os hablaré un poco de esta opción al final porque también tiene su interés.



Hay detalles que te traen recuerdos antiguos. Un óvalo en relieve en la estación de Bárcena nos indica la altura de ese punto respecto al nivel del mar. Hacía años que no veía uno igual y, el mismo día, sobre la fachada del ayuntamiento de Pesquera, descubro otro parecido. Haced la resta de las dos cifras y tendréis el desnivel de la ruta.


Para mí, la esencia de este recorrido es el Verde. Lo pongo con mayúscula porque este color es el protagonista indiscutible del lugar. No creo que se transforme del todo o desaparezca en otras estaciones del año pero, en el comienzo de la primavera (tras un invierno muy lluvioso), alcanza un esplendor que no puede dejar indiferente a nadie.
Ahí está mires hacia donde mires. Vistiendo todo lo que no es asfalto.


Y tiñendo completamente el paisaje cuando tienes oportunidad de recorrer con la vista todo el valle.


Durante el paseo nos acompañó una climatología muy típica de la cornisa cantábrica. Al comienzo algo de frío, niebla y una leve llovizna. Tuvimos la suerte de que la niebla no era muy cerrada de modo que pudimos disfrutar un rato de esos paisajes ligeramente desdibujados y un poco fantasmagóricos.



Después la niebla fue levantando y cesó completamente la lluvia. Los paisajes ganaron detalle a costa de perder un poco de magia y misterio.



Este recorrido posee muchas de las características que asociamos mentalmente al camino como concepto abstracto.
Una vía de material uniforme pero no demasiado regular. La piedra con la que se conformó la calzada hace dos mil años sigue ahí. Algo hundida y semioculta a veces, pulida por el uso, húmeda y resbaladiza cuando llueve. Difícil o imposible para la mayoría de los vehículos. Perfecta para ser caminada.



Atravesando bosque y pradera. Con los espacios delimitados por sólidos muros de piedra.



Y con señales indicadoras de que el territorio no es un decorado. Que está en uso. Que se está criando en él ganado al que hay que controlar.



Estamos en Abril. La vida latente del invierno se acelera. Deberíamos acostumbrarnos a los sucesos que siguen un ciclo regular. Yo con este no lo consigo. La explosión vital que acompaña a la primavera consigue sorprenderme un poco más cada año que pasa.



Hablando de explosión de la vida, fijaos en las dos imágenes que vienen a continuación. Como fotos no son nada espectaculares. Sí lo es el suceso que encierran.
En esta primera se ve a lo lejos una yegua y un bulto a sus pies. Es un potro recien nacido. No pude sacarla de más cerca porque no llevaba el teleobjetivo y la madre (con unos movimientos de cabeza bastante amenazantes) me hizo saber que no le estaba gustando nada que me acercara a ellos. Está tomada al final de nuestro recorrido.


Yo soy el primer sorprendido con esta otra. Está tomada al comienzo del recorrido. Es la típica foto que disparas sin demasiado convencimiento y que no borras al momento porque en la tarjeta caben muchas. Lo que se ve es la misma pradera que la de la foto anterior y estoy convencido de que están dentro del encuadre todos los caballos que había. Incluida nuestra protagonista, la yegua (parece la que ocupa el plano más alejado), pero no su potro. Tuvo que parir por tanto mientras nosotros caminábamos. Será una bobada pero a mí me hizo mucha ilusión descubrirlo.


Como ya habéis ido comprobando, en este territorio se ha hecho un uso muy intensivo de la piedra. Para el firme de la calzada, para los muros que delimitan las propiedades y para la construcción de vivienda. Refuerzo esta visión con una serie de tres fotos de edificios. De menor a myor tamaño pero todos con ese aspecto de solidez que la piedra da a lo que se construye con ella.




Para terminar, la vuelta en tren. Camino de Piedra vs Camino de Hierro.


Es curioso que el tren tenga que recorrer mucha más distancia que la que hicimos a pie para unir los mismos puntos (Bárcena y Pesquera). Sus ruedas de metal rodando por la vía no pueden salvar pendientes muy grandes y tiene que ir serpenteando por las laderas.


Cierro el artículo con esta foto. Me gusta especialmente porque encierra para mí muchos de los encantos que tiene el ferrocarril (qué palabra más sonora y bonita además).

2 comentarios:

  1. Me encantan las fotos tomadas a ras de suelo. Especialmente la de la calzada romana.
    Todas son muy bonitas, pero estas me gustan mucho.

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  2. Siempre es agradable recibir comentarios. Es la señal de que hay alguien al otro lado y que un artículo le ha llegado lo suficiente como para convertir temporalmente al espectador en actor.
    Gracias anónimo!

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