Grandes Viajes. A Paraísos Cercanos

Sin saber exáctamente cómo va a terminar este artículo, intuyo que va a dejar al descubierto una de mis muchas contradicciones. Voy a hacer una gran defensa del conocimiento y disfrute del entorno cercano y estoy, al mismo tiempo, preparando un viaje que me aleje bastante de él durante una semana. Hago poco a poco más míos los habitantes, el paisaje y la luz que me rodea pero se me cae la baba cuando veo reportajes de viajeros por lugares lejanos, paisajes exóticos y culturas diversas.
La fotografía siempre en el eje de estas reflexiones. Miles de fotógrafos profesionales y millones de aficionados (con fronteras difusas entre unos y otros) mostrando billones de fotografías, intentando sorprender al que las mira. Yo, uno más entre todos ellos, no puedo viajar a los confines de la tierra pero sí dispongo de algo de tiempo los fines de semana. Como también me mueve el deseo de sorprender, no he encontrado mejor manera de hacerlo que sorprenderme a mí mismo. Esta forma de actuar requiere esfuerzo pero, contra lo que pudiera parecer, es bastante conservadora. Las fotos realizadas con esta filosofía tienen premio seguro para el fotógrafo, independientemente de que reciban o no el imprevisible, escaso y fugaz aplauso público. Así, miro lo que me rodea del derecho y del revés, escucho a los que saben mucho de cosas que suceden a nuestro lado y de las que la mayoría de nosotros no sabemos nada, trato de acercar lo lejano y alejar lo cercano, miro y remiro, busco y rebusco.


Y acabo sintiéndome como un gran viajero de otra época porque creo que la inquietud ha sido siempre el leitmotiv de los descubrimientos. Lo mismo da que sean las Fuentes del Nilo que el nacedero del río que corre ya ancho cuando pasa cerca de nuestra casa. Lo mismo una especie nueva de ave sin catalogar en una lejana isla que una modesta aguja colinegra (vecina nuestra de temporada por lo aprendido este fin de semana). Tanto monta un atardecer sobre la arena blanca de una playa tropical, como monta tanto la luz del sol filtrándose por un claro imposible en un cielo de nubes movidas por el viento sur. Si para mí ayer no existía todo eso, o no había pensado siquiera en su posible existencia, soy yo hoy su descubridor.

Todas las fotos de este artículo han sido tomadas el 12 y el 13 de Noviembre en Santoña, La Gándara y Laredo. A poco más de media hora en coche desde Barakaldo, la ciudad en la que vivo.


La simpática aguja colinegra de la que os hablaba en la presentación. No tenemos que hacer grandes viajes para verlas. Son ellas las que viajan desde muy lejos para visitarnos.
Sólo en días de fuerte viento veréis volar así a las gaviotas. Colocando sus alas-velas en esa posición para dejarse arrastrar de costado a gran velocidad.
¿A quién le pueden parecer vulgares unas ovejas en un escenario como este?
Escultura olvidada en cualquier paseo. Un fondo apropiado y la luz natural la harán lucir mejor que en un museo.
Como estos gigantes de hierro que se humanizan al mirar estáticos y extasiados la puesta de sol.
Con los últimos minutos de luz, la playa millones de veces visitada puede ser la playa diferente y única.

5 comentarios:

  1. Aupa JC.

    Tocas un tema que me parece interesante, con la facilidad que hay hoy en dia para viajar (facilidad para quien puede permitirselo claro) creo que de alguna manera nos sentimos obligados a ir a sitio lejanos para conseguir fotos exoticas.
    Creo que tu planteamiento es correcto, por mucho que vivamos en una zona determinada, en general, solo la conocemos superficialmente (el ritmo de vida estresante supongo). Asi no es dificil ser explorador al lado de tu casa: solo se necesita tener los ojos atentos y la mente abierta, y por supuesto la camara preparada :)

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  2. Muy acertado el enfoque y muy cierto. Añadiria mas, los viajeros tambien suelen hablar de la gente, sus costumbres, problemas, etc... con esto pasa lo mismo, parece que solo interesa lo exotico o lejano, cuando estamos rodeados de cantidad de historias y situaciones interesantes.
    Solo vemos lo de arriba, no nos molestamos en profundizar o en muchos casos no queremos ni verlo.

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  3. Me alegra que os guste el enfoque. Cuando vuelves a casa después de un fin de semana como este, con una colección de fotos diversas en la tarjeta de la cámara y unos cuantos estímulos e ideas deshilbanadas, tratas de ponerlas en orden y no sabes si consigues reunirlo todo en una reflexión coherente o en un completo desvarío.

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  4. isaac serrano (osea chechu)18 de noviembre de 2011, 22:32

    Esto es lo que yo llamo aprovechar el fin de semana, pero no mientas y confiesa ¿las ovejas son de carton-piedra?. un abrazo

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  5. ¡Qué alegría saber de ti!
    Mándame un correo al mío juancarlosm.cancela@gmail.com . Necesito el tuyo para enviarte unas fotos del verano.

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