Texturas. Colores. Formas.

De Castilla. De Otoño.

La gran capacidad que tenemos los humanos para modificar los espacios que ocupamos salta a la vista. Construimos ciudades, casas, castillos, fábricas. Talamos bosques, cultivamos campos y trazamos carreteras. Lo que no resulta tan evidente es el modo en el que el Territorio y su Clima modifican el carácter de los que lo habitamos. Y no sabría decir en cuál de las direcciones la influencia es más intensa.


Vivo en el norte de la Península Ibérica. Junto al mar Cantábrico. Rodeado de montañas verdes. En mi tierra llueve con frecuencia y no solemos tener ni mucho calor en verano ni frío extremo en invierno. Este fin de semana he viajado 300 kilómetros hacia el sur. Estoy ahora en la Meseta. Una planicie a 800 metros de altitud. Fría y seca. Con pocas montañas que le distraigan, el viento se mueve por aquí a su antojo y las nubes casi siempre pasan de largo. La gran masa de agua del océano queda lejos y su capacidad para suavizar la temperatura apenas se nota.

Cada uno de mis sentidos me recuerda que esta no es mi tierra y amplifica la sorpresa. Los olores, los sabores, el viento frío en la piel, el silencio. Es de lo que mis ojos ven de lo único que puedo llevarme con mi cámara pequeños retales para mostrarlos aquí.


Y por eso corto lo que me rodea en pequeños trozos y hago fotos de los que me provocan mayor emoción. Después, cuando las miro, descubro cómo me atraen:

El Color. 

Que entra por los ojos y pasa por el cerebro casi sin saludar. Va demasiado cargado de sentimiento y quiere llegar cuanto antes al corazón.
Amarillos, Ocres, Rojos. Son los colores del otoño, de la tierra, de la piedra y del fuego. El que encendemos en el hogar para protegernos del frío.






Las Formas.

Las rectas y las curvas. Las líneas de perspectiva. La asepsia de paralelas y perpendiculares. La armonía de los círculos. La voluptuosidad de las esferas.






Y por encima de todo,

Las Texturas.

Son la calidad de la piel del territorio. La de Castilla es áspera. Modelada por un clima duro que erosiona, agrieta y desgasta.







Todas las imágenes han sido tomadas entre Urueña y Medina de Ríoseco. Dos ciudades de Valladolid.
Quizá más adelante me anime a publicar otro artículo más "turístico". Con el fin de semana reciente en la memoria me apetecía uno algo más emotivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario